Todos estos años de «Tardes de Oración» con las hermanas de Olza se han pasado como un suspiro. Parece mentira que algo tan agradable, liviano y llevadero deje tanta huella en la vida.
Las hermanas preparan estas tardes de oración con un objetivo claro, darnos VIDA, acercarnos a la FUENTE para hacernos la vida más llevadera. Se nota todo el amor que ponen al seleccionar los textos de las enseñanzas trasmitidas por santa Teresa, san Juan de la Cruz, el Evangelio y los Salmos, en cómo articulan cada oración, canción o símbolo, buscando tocar nuestro corazón con el amor de Dios.
También hay mucho amor en sus abrazos, sus sonrisas, en los espacios que preparan para que nos sintamos cómodos, no solo nosotros sino también nuestros hijos. Esto último ha sido muy importante porque, con niños pequeños, era difícil poder escaparse a retiros. Ellas nos abrieron, generosamente, a un grupo de amigos la parte de la casa preparada para visitas y, haciendo turnos de cuidado, podemos ir disfrutando de estas tardes de oración. Ahora ya son mayores, se cuidan solos y en plena adolescencia quieren ir a Olza.
Las hermanas han hecho que nos sintamos como en nuestra propia casa. Para mí, estas tardes son un regalazo que me hace el Señor a través de ellas, una mediación clarísima, un empujón a mi vida de fe. La casa de las hermanas carmelitas del Olza se ha convertido en un hogar donde humana y espiritualmente hay mucha VIDA, donde apetece ir, donde te regeneras.