Celebración…
Finalizamos con una celebración comunitaria, porque la fe necesita ser celebrada.
Disfrutamos rezando con los salmos, cantando pequeñas antífonas de alabanza o acción de gracias, despertando a la experiencia gozosa de la fe que da oxigeno y fuerzas.
Siempre reservamos un pequeño rato para que surjan los ecos de los textos o de la oración particular. Con un mismo deseo de entrar en comunión de amor con el Dios que nos habita.
El clima de silencio que se crea entre todos es admirable y reconfortante. Nos sentimos conducidos por el Espíritu, en la escucha del susurro de Dios.