LITURGIA

¿Sabías que…

La Liturgía es el coloquio entre Dios y el ser humano?

Es respuesta a quien ha iniciado primero una comunicación. La liturgia hace presente una larga Historia de relación, a veces fallida, pero de la que Dios no se ha desentendido, ni ha cortado los puentes.

La Liturgia nos trae al presente ese Misterio que hemos descubierto, desde su inicio, como puro amor.

Nos permite vivir todo eso acontecido en el pasado como propia historia personal. Aquella experiencia de liberación experimentada por unas personas, por un pueblo particular, sigue aconteciendo en nuestro hoy, también. El Misterio que salvaba de la muerte, sigue siendo Amor que nos  acompaña y nos llama:  !“tú eres mi hijo”!

Celebrar es elevar un canto, una melodía entusiasmada  ante lo que el Amor ha hecho posible y sigue creando. Es un adorar, mudo de estupor y asombro, ante la Belleza  y hermosura primigenias que se transparentan en toda criatura; en la obra suprema que es la persona humana, por más deteriorada, frágil o pecadora que sea. En la Liturgia de la Iglesia se acompasan todas las voces de los creyentes para recoger el cántico con  que toda la Creación exulta y alaba al amor que las creó.  Para bendecir y entrar en la danza de ese Amor que amó primero.

Por eso, te animamos a que entres en esa gran celebración, en el Cántico nuevo que Dios compuso, y del que Jesús, su Hijo,  su más fiel imagen y Palabra, es el mejor intérprete.  La Liturgia nos introduce en el canto de Jesús, en su intercesión por toda la Humanidad.

CELEBRACIÓN DEL TRIDUO PASCUAL

DOMINGO DE RAMOS

Lo que Jesús viene a revelar al mundo, al entrar en Jerusalén, en el trágico desenlace que le aguarda, es que Dios se revela en Él como Amor, que sólo es amor. ¿Y qué puede hacer el amor? Amar, ¡y punto! Y cuando el amor no se encuentra con el amor, cuando se topa cada vez más con un rechazo obstinado, queda impotente y no puede ofrecer más que sus propias heridas.

El relato evangélico de la Pasión nos mostrará  la oposición al Amor y su emergencia en una progresión cada vez más trágica hacia la derrota y el fracaso. Jesús nos revela en su persona, en su agonía, en su muerte, en su inmenso Amor… a un Dios que sólo puede amarnos,  que está esperándonos infinitamente, eternamente. Entonces cambian todas nuestras relaciones con él, pues su omnipotencia ya no es más que la omnipotencia del Amor, limitada por los rechazos de amor que llegamos a oponerle. Entonces la salvación se comprende mil veces mejor.

Si Dios no estuviera implicado en nuestro destino, implicado en nuestra historia hasta la muerte de Cruz, sería un Dios incomprensible. Jesús nos ha librado felizmente de este escándalo. Jesús inscribe en el fondo de nuestras almas el rostro de un Dios silencioso que se pone en nuestras manos, de un Dios, en fin, que sólo puede entrar en nuestra historia por el consentimiento de nuestro amor.

M.Zundel

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

El “servicio de la vida y de la muerte” de Jesús

Lo que hace comprender en lo más hondo  la vida y la muerte de Jesús, es el compromiso radical de Jesús a favor de Dios y de los hombres; su entrega, su “servicio” en amor a Dios y al prójimo, “por” los otros.

Los evangelios nos describen la conducta de Jesús como la de quien “sirve”, y lo hacen con la imagen de quien sirve a la mesa (Lc 22,27). En el “servicio” de lavar los pies a los discípulos en Juan 13, 1-11 se nos presenta de manera insuperable ese “servicio” de la vida y la muerte de Jesús. Así pues, ese “servir” era la esencia más íntima de Jesús, de tal manera que no podemos describirle en absoluto de otra manera, sino sirviendo: aún como Exaltado a la derecha del Padre, en la cena del final de los tiempos, el Señor se ceñirá, hará que sus siervos se sienten a la mesa y los irá sirviendo uno por uno (Lc 12, 37).  Puesto que el “servir” a favor de otros, pro-existente, es la esencia más íntima de Jesús, el servir caracteriza aún más allá de su muerte, su existencia eterna, en la cual intercede por nosotros ( Rom 8,34).

VIERNES SANTO

“Clavados se han quedado nuestros ojos al cuerpo que en la cruz está clavado…”

  “Murió el Señor. Quedó su cuerpo santo expuesto sobre el ara para verlo”

 Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu…

Ahí está el Hombre, “el más bello de los hijos de los hombres” muerto, a causa de nuestros crímenes…Pero, en realidad, no era él, sino nosotros, como decía Pablo a los de Éfeso, los que estábamos  muertos por nuestros pecados, en los cuales vivíamos en otro tiempo siguiendo las corrientes del mundo. Es decir, siguiendo nuestra vieja condición humana, nuestras innatas tendencias y apetencias; y con las que tenemos que habernos en continua confrontación.“Pero Dios, continúa diciendo Pablo, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, por el excesivo amor, dice el texto latino (y que me gusta aún más), estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo – por gracia habéis sido salvados-…”. ¡Por pura gracia habéis sido salvados!, exclama con fuerza.

Con los ojos prendidos en ese “altar” que los hombres levantamos con la fuerza del mal, escuchamos esa otra voz del pagano que nos dice:“¡He aquí al Hombre!”.

DOMINGO DE PASCUA

¡Aleluya, ha resucitado el Señor, tal como lo había anunciado, aleluya!

¡Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre,, aleluya!

Mañana de Resurrección,  muy temprano, con las primeras luces, la tierra despierta con una noticia. Una sorpresa y desconcierto: el sepulcro está abierto, vacío: ¡no está! Han ido algunas mujeres, María de Magdala a la cabeza, al sepulcro. Les faltaba acabar de arreglar su cuerpo torturado: pero ¡no está! Hay desconcierto entre los distintos relatos o tradiciones sobre la resurrección de Jesús, el encuentro con El; de un modo desordenado,  con el guirigay de diferentes formulaciones o expresiones, se nos está  comunicando con un lenguaje testimonial, que estamos ante un acontecimiento sucedido, a los discípulos y a Jesús, al que experimentan vivo.  En otros relatos se nos dirá que ha sido visto, que se ha aparecido a Pedro, a los discípulos. Que ha sido encontrado por algunos, no por todos. A lo que quieren conducirnos todos estos testimonios de primera hora es a un acontecimiento de revelación.

PENTECOSTÉS

PENTECOSTÉS: TODO COMIENZA HOY, 

Maurice Zundel

 

Recordemos la última pregunta de los apóstoles el día de la Ascensión. Cuando Jesús les invita a reunirse y a esperar que se les envíe el Espíritu Santo, la última pregunta que le hacen es: “¿Restaurarás entonces el reino a Israel?”

Y aquí está hoy la respuesta, la inesperada y maravillosa respuesta: el reino de Dios, el reino en el que Jesús quiere introducirnos, sólo puede construirse, sólo puede suceder dentro de nosotros. El cielo al que estamos llamados es precisamente un cielo dentro de nosotros mismos, como nos dice el Papa Gregorio: “El cielo es el alma del justo“. Y esta luz es inagotable; esta luz hay que seguirla, conduciéndonos de fuera hacia dentro.

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